Sé lo que hicisteis el último...

Mi padre, hombre sabio y tan concienzudo como testarudo, me enseñó que para que algo salga, primero debió haber entrado. Norma básica de la economía, vamos. Este verano he visto entre nuestros paisanos algo inaudito. Jaén no se quedó desierto, los comercios y negocios han tenido movimiento, y este mismo se ha puesto en práctica para viajar, gastar, invertir en el placer primario de quererte a ti mismo. Una especie de corriente se adueñó de las mentes populares de “a ver si va a ser el último verano que tenemos vacaciones”. Tras el ensayo general de encierro generalizado, con el beneplácito de los damnificados, hemos corroborado que es épicamente sencillo someternos a los designios de las autoridades pertinentes. Vaya usted en bici que yo ya si eso...o póngase el bozal mientras yo ladro a boca abierta. Y en vez de rebelarnos nos relevamos para ir a trabajar una hora más ganando un euro menos. Revelador. Y con tanto hastío y tanta pasividad forzada, habrá que fundir lo que tenga o pudiera adquirir. Luego si hay ladrillazo o no llegamos, pues lloramos y le echamos la culpa a Ayuso, que es de progres. Y mientras, vacacione yo caliente (nunca mejor dicho) y, hasta el 2030, ríase el dirigente...