Se acabó
la ilusión

    22 dic 2019 / 11:07 H.
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    Esto de la ilusión, la que existía no hace tanto con la llegada de las fechas navideñas, pasó a mejor vida. Solo queda, si acaso, cierto sueño infantil por ver los millones de lucecitas que adornan calles y plazas en la loca carrera entre alcaldes por mostrar poderío. No se espera con anhelo ni tan siquiera la cena de nochebuena, otrora sagrada. Por mucho que se esfuercen en la cocina, de todos los manjares que lleguen a la mesa estamos hartos, de la bebida ni hablamos. Da igual que sea marisco, cordero o pavo, por no citar los dulces y turrones que endulzaban los postres y ahora solo dan vueltas de bandeja en bandeja hasta bien entrado febrero. Ni qué decir tiene que en eso de los regalos el asombro puede que llegue a un puñado de niños, aquellos que nada tienen, el resto saben bien que los Reyes Magos ya no vienen, envían las cosas en cajas con logos de Amazon o Alibabá. El consumismo ha devorado la tradición que se suponía más arraigada en el ideario colectivo. Hay algo que se mantiene, comidas a discreción. En diciembre simulamos llevarnos bien y queremos la ostia.

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