Salud mental y sociedad

    15 ene 2022 / 19:31 H.
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    El pasado 13 de enero fue el Día Mundial de la Depresión. Este año las redes sociales se han visto llenas de cartelitos, quizá porque el tema está de moda, tras la retirada de estos lares por voluntad propia de Verónica Forqué o por la decisión tomada por Nieves tras años de acoso. El caso es que la depresión siempre ha estado ahí, mal vista y peor comprendida. Las personas que rodean a quienes la padecemos intentan por todos los medios decirnos que tenemos que cambiar de actitud para poder aparcar esta enfermedad. Y lo agradecemos, de verdad, pero es que hay más y más detrás de todo eso. No es una situación concreta la que te hace sentirte así, es un cúmulo de situaciones y de más situaciones las que te hacen entrar en esto. Y por supuesto, esto no es llorar todo el día y tener cara de ajo constantemente. No. Pero yo no soy médica, soy profesora y no voy a pararme en cómo se muestra una depresión de cara a los demás y de forma personal. Lo único que puedo decir es que la salud mental es la gran olvidada de la sanidad, la gran incomprendida de la sociedad y una de las carencias más destacadas de esta sociedad en la que imperan las opiniones sin ser pedidas, el anonimato en las redes sociales, los comentarios en corrillo y todo eso que se hace por el simple hecho de hacerlo, o por hacer daño o bajo la justificación de “está llamando la atención, no es para tanto”. Y hay momentos en la vida en que las depresiones se hacen más virulentas en nuestras vidas, tras decepciones personales, por ejemplo, después de discusiones, tras momentos de euforia y tranquilidad, la sombra de la depresión siempre está ahí... De esto no es que te sanes y ya está, es una enfermedad mental y como tal tiene sus brotes. Y hay que cuidarla. Pero en este caso no solo depende de quienes la padecemos, sino que depende en gran parte de la falta de empatía de esta sociedad en la que vivimos, despiadada y cada vez más ignorante, una sociedad en la que para justificar tus decisiones me tienes que echar tierra encima, en la que para que tú puedas brillar tienes que humillarme a mí, en la que los zascas se buscan con más saña que con el fin de que se pueda aprender algo. Y así vivimos. Preocupados porque nuestros cuerpos sigan los cánones para poder embutirnos en unos vaqueros, y olvidamos de cuidarnos la cabeza, de formarla, de llenarla de vida y de contenidos sanos. Porque, total, locas y locos han existido siempre... Que esto es otra. No hay que concienciar solo en la sociedad sobre la salud mental cuando pasa algo gordo, cuando alguien se marcha para siempre por una decisión propia. La sociedad debe formarse y concienciarse, porque no hay conciencia sin formación. Debe entender que las cabezas se amueblan no solo con lo que tú quieres, sino con lo que los demás te dan.

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