Esteban Ramírez,
el relator

11 feb 2019 / 11:18 H.

En los albores de la democracia, cuando todavía el tardoseñoritismo tenía plantado sus reales en la tierra y las jóvenes hornadas llegaban ávidas de libertad y derechos básicos era necesario que hombres curtidos por los años y conocedores de la realidad hicieran el papel de relatores, mediadores o simplemente negociadores que desde su influencia pudieran lograr de unos la cesión de privilegios adquiridos en la dictadura y de otros atemperar sus ansias y hacerles ver que en el nuevo horizonte era necesario convivir en igualdad y derechos. Uno de esos hombres, y por fortuna no el único, fue Esteban Ramírez desde su idilio confesado con Jaén y sus gentes, su conocimiento de la realidad social de su tierra y desde la autoridad que sus experiencias vitales le otorgaban. De sus muchos logros personales como persona y como ministro de la Iglesia pueden hablar las maestras del Cemac, los vecinos cordobeses de la Asociación Paco Natera, los beneficiarios de Cáritas a quienes tanto desvelo entregó y sobre todo en la culminación de su carrera a esa obra ingente de vivir Jaén, unir Jaén, apostar por Jaén y sentir Jaén desde las páginas de este diario a partir de que desde el ochenta y cuatro se desanudara el yugo que lo ataba al régimen periclitado. Alcanzada la presidencia del periódico impulsó, afianzó y sobre todo dotó a sus páginas del mensaje entre doliente y esperanzado de quién tanto sufría al ver su tierra degradada y desposeída de las mínimas condiciones para ganar el futuro con dignidad. Aunó voluntades y removió en las conciencias dormidas en siglos de desidia y a través de la palabra diaria hizo de “Jaén “ el mejor vehículo que transportara las inquietudes y anhelos de los giennenses no solo a la sociedad civil sino también a quienes tenían en sus manos el poder suficiente para revertir las oprobiosas condiciones de vida de los más necesitados. Por decirlo de otro modo hacer evangelio desde el papel impreso que cada mañana despertaba a la provincia sin olvidar jamás las sagradas reglas del rigor, la veracidad, el respeto y la defensa certera de la libertad.

Y más de veinte años después la semilla que sembró Ramírez sigue dando buenas cosechas. Y sobre todo el empeño de hombres y mujeres de Jaén en que tan hermosa heredad no se seque ni caiga en el abandono. Añado finalmente algo muy personal. Romacho me dio la mano y la posibilidad hace más de treinta años de dar rienda suelta a mi amor por la tierra y a escribir de ella. Cuando llevaba un largo periodo de colaboración un día en la puerta el propio Romacho me presentó a Esteban Ramírez. Ni le conocí hasta ese día ni volví a hablar con él nunca más . Pero se me quedó grabada su frase de afecto y aliento....” así que tu eres ese marteño que cada semana no deja títere con cabeza. Pues sigue con toda libertad ejerciendo tu amor por la tierra que como dice nuestro común amigo Miguel Calvo alguien ha de quedarse mirando por ella.” Mucho tiempo después cuando conocí a fondo su ingente obra entendí que su vida había sido un maravilloso contrato de amor con Jaén.

Y recordarlo hoy veinte años después de su muerte un acto de renovación de afecto y lealtad por este “Jaén” que sigue alumbrado cada día lo mejor de nuestra tierra y al que le rindo mi gratitud más sincera. Relator, mediador. Tal vez donde ahora se necesita no hay Ramírez aunador de voluntades.