Quince euros más
En el eslabón que está por encima de aquellos que no tienen nada, se asienta el peso de la masa trabajadora que sin excepciones de titulación, experiencia, oficio o edad reciben en nómina el salario mínimo profesional. Siempre por debajo de lo que cuesta llenarse la barriga y a remolque de la crisis de turno, la paga mínima ha ido menguando su valor frente a la carestía de los productos más esenciales hasta convertir a quienes la cobran en trabajadores que viven casi en la pobreza. Para paliar un poco esta triste y vergonzosa situación el gobierno subió de una tacada el 30% del SMP, aún lejos de lo que se cobra en países con los que económicamente nos emparentamos, esta subida supuso un respiro para muchas familias y fue el primer paso que nos acercaba a los mil euros mensuales. El jueves pasado se acordó subir menos de un 2% el SMP, una cuantía irrisoria que aumenta la desigualdad, pero estoicamente aceptada por el trabajador. No sucede lo mismo con la patronal, que pide congelar salarios como único método de productividad y amenaza con lo de la economía sumergida que es donde ellos mejor se manejan. Lo dice hasta Joe Biden, páguenles más.