¿Qué hacer
con el turismo?

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Las desgracias no vienen solas. No hemos salido aún del coronavirus y su dolor, y entra por la ventana la ruina del turismo. Las divisas que aportaba año tras año los millones de turistas que nos visitaban, era el maná caído del cielo, el agua que aplaca la sed, el fuego que calienta en invierno y el remedio para muchos hogares. Su caudal llena de abundancia los lugares con más encanto y era esperado con deleite. Este año no lo tendremos. Ya se han perdido la cantidad de fiestas y celebraciones y todo aparece como apagado. España es un país que embruja a quien lo conoce. Por los cuatro puntos cardinales entraban a bandadas extranjeros. ¿Qué tiene España? Me lo he preguntado muchas veces y no encontraba el quid de la cuestión. Ha hecho falta estar confinados para que cayese en razón. Este país no atrae solo por su sol espléndido y playas. En esta tierra que atrae a gentes, no es otra cosa que por el talante del español. Somos el espíritu vivo que cautiva a millones de personas y les roba el corazón. El tipismo que embriaga. El talante y el talento en la forma tan peculiar como afrontamos la vida. Pasamos de la alegría a la pena honda, esa rompe el alma y la interiorizamos con la mirada limpia, mientras nos asoma una sonrisa.

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