Pública y digna

    20 nov 2022 / 16:00 H.
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    Una vez más, la Sanidad pública se echa a la calle, y una vez más tenemos que sentir la vergüenza que debemos sentir como país. Se nos llena la boca de decir que tenemos uno de los mejores sistemas de Salud, que en otros países o pagas o te mueres en la calle, ni tan siquiera en un puñetero pasillo de un hospital. Nos hartamos de decir que España atiende a todo el mundo sin mirar nada, que la solidaridad es nuestra bandera. Y ¡zas!, una vez más tenemos que ver a los sanitarios y las sanitarias en las calles reclamando dignidad, porque unas condiciones laborales buenas no son otra cosa que dignidad. Nos calentamos en las salas de espera sin entender que hay falta de personal, porque más médicos o médicas se traduce en más inversión y, claro, la salud de la ciudadanía importa un carajo a los que calientan sillones en cualquier despacho de cualquier organismo con poder, porque da igual el color que esté en el poder, si bien es cierto que algunos con pájaros y otros afines pues como que se lucen más en joder a los servicios públicos. Pero en el fondo me da igual el tema político, porque somos los españoles y las españolas quienes tenemos que levantar la voz y salir a las calles, gritar, patalear y luchar por seguir contando con una Sanidad pública y digna, y que seamos conscientes de que cualquier persona que forma parte de un centro de salud (me da igual si tiene o no titulito universitario), es víctima de los recortes y de una situación que cada día resulta más insostenible. Donde antes había cinco personas en administración, ahora hay tres; donde había cuatro especialistas, ahora hay dos; donde había seis enfermeras y enfermeros, ahora hay cuatro; donde cinco celadores y celadoras trabajaban, ahora hay uno; donde había un servicio de lavandería propio, ahora está privatizado y a saber en qué condiciones están trabajando estas personas... Pero los ciudadanos y ciudadanas no lo queremos ver, nos gusta quejarnos y decir eso de que estamos malicos y nadie nos hace caso, que si las listas de espera son insoportables, que si estamos hartos de que nos atiendan en tres minutos, de que mil cosas más... Pero ahí seguimos, en nuestro sofá, o quejándonos en una sala de espera de un hospital. O quejándonos porque hemos tenido que ir a un médico privado, que, por cierto, en muchas ocasiones, son empleados públicos que no te dan factura y que no cuentan con laboratorio para llevar las analíticas o cualquier prueba que te hagan, que no sé yo dónde lo mandan, porque, repito, en muchos casos no te dan factura... Seamos conscientes de que tenemos que luchar por lo nuestro, de que no podemos dejar que nos privaticen la Sanidad o que nos hagan creer que el personal sanitario es incompetente, porque no es así. El personal sanitario está agobiado y asqueado con los recortes, con la falta de recursos y con la mierda de fama que se les está dando. Ya lo dijeron en la última manifestación: pasaron de ser aplaudidos durante la pandemia a convertirse en simplemente olvido.

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