Política de Tranquimazin

01 jul 2019 / 11:51 H.

No estaba escrito en el guion de Ciudadanos presentar candidatura en La Guardia. La falta de estructura en un municipio con una arraigada tradición de voto popular frenó la organización de una agrupación que, sin embargo, consiguió tomar forma dos meses antes de las elecciones. Sirva como precedente que quienes decidieron dar un paso al frente lo hicieron con la intención de cambiar el rumbo de los acontecimientos en un Ayuntamiento dirigido en los últimos dieciséis años por Juan Morillo, un alcalde con trayectoria y un referente en el Partido Popular conocido dentro y fuera de la fuerza política a la que representa por su peculiar forma de expresar lo que piensa, siente y padece. Las elecciones del 26 de mayo lo situaron al borde del precipicio. La pérdida de la mayoría absoluta hizo tambalear los cimientos de un equipo con solera al que no solo se pueden atribuir críticas, sino también alabanzas. La Guardia es, hoy en día, uno de los pocos pueblos que se mantienen firmes ante el drama de la despoblación.

El caso es que su candidatura fue la más votada en la cita con las urnas. Sin embargo, a la vista está que, en el pleno de investidura, quedó en la oposición. ¿Qué ocurrió en ese complicado espacio de tiempo que separa las elecciones de la constitución de la Corporación Municipal? Fueron días de vértigo. Está claro quién tenía la llave de la gobernabilidad en un escenario con 6 escaños el Partido Popular, 6 el Partido Socialista y 1 Ciudadanos. Lo que pasó en la capital se queda a la altura de una zapatilla comparado con lo que aconteció en La Guardia. Empezaron las negociaciones a dos bandas para ver cuál era la mejor opción con una consigna de la dirección nacional de la fuerza naranja: que el socio preferente era, naturalmente, el Partido Popular. Las fuentes consultadas aseguran que el candidato de Ciudadanos, Manuel de Castro, puso como primera condición para sentarse a hablar que en la mesa no estuviera Juan Morillo y, como segunda, que bajo ningún concepto continuara en la Alcaldía. Hay que tener en cuenta que, al menos en Jaén, Javier Márquez pudo estar presente en las reuniones, incluso con alfombra roja para entrar en la recóndita sede de la Avenida de Andalucía. Paréntesis aparte, cada uno empezó a jugar sus cartas y, después de las pertinentes presiones y los tiras y aflojas derivados de los movimientos de hilos directos, la agrupación local de Ciudadanos se plantó ante los suyos dispuesta a dar el cerrojazo. Se sucedieron las llamadas de teléfono, los consabidos enfados y las turbulencias políticas hasta que los de La Guardia se salieron con la suya y pactaron con quien tuvieron en mente desde el minuto cero: el Partido Socialista.

Así fue como Juan Jesús Torres, en aquel pleno de investidura para enmarcar, se convirtió en el máximo dirigente municipal con el apoyo de Manuel de Castro, que asume la tenencia de Alcaldía y todo lo relacionado con el empleo y las urbanizaciones. Hay un vídeo en las redes sociales que demuestra que el cambio no fue, precisamente, tranquilo. Juan Morillo, en sus nueve minutos de discurso, hizo que el respetable ni pestañeara. “Me echan porque el odio de Ciudadanos ha cegado la razón, la sed de venganza se ha impuesto sobre la voluntad de los vecinos, vulnerando la democracia y secuestrando la libertad expresada en las urnas”. Así empieza una intervención que interrumpió para devolver una caja de Tranquimazin a su principal rival político, Manuel de Castro, y que terminó tendiendo la mano al nuevo alcalde.