Pobreza extrema

11 feb 2020 / 11:07 H.
Ver comentarios

La semana pasada, el relator especial de Naciones Unidas sobre la pobreza, Philip Alston, concluyó su trabajo de investigación en España y en sus primeras recomendaciones ha denunciado la pobreza extrema que se vive en nuestro país y que muchas organizaciones sociales llevan denunciado desde el inicio de la crisis. Es decir, que para encontrar situaciones de auténtica necesidad y vulneración de los derechos humanos, no hace falta irse a países en desarrollo, sino que podemos verlas a la vuelta de nuestras casas. Alston ha podido verlo en los campos de Huelva y de Almería, donde miles de extranjeros trabajan en condiciones infrahumanas en el campo y viven sin luz ni agua corriente. Lo ha visto en barriadas de la capital, como la Cañada Real y en colectivos como las trabajadoras domésticas, que han denunciado las situaciones de abuso en las que trabajan, con horas excesivas y desprotección.

Hay muchas personas en España que desconocen o viven de espaldas a esta situación, pero lo cierto es que la realidad social, es muy parecida a la que denuncia el relator de Naciones Unidas. Hay que reconocer, que en España en algunos casos hay personas viviendo peor que en campos de refugiados. Los datos son tozudos, según el INE el 23% de españoles viven por debajo del umbral de la pobreza y si miramos solo a las personas extranjeras residentes en nuestro país, la cifra se eleva hasta el 56%. Todos estos datos no dan lugar a dudas de que hay que adoptar medidas y de manera urgente, porque reconducir la situación de desigualdad y precariedad generada por las políticas neoliberales desarrolladas durante la crisis, no va a resultar fácil. Las políticas conservadoras durante el gobierno de Rajoy, entre 2007 y 2017, generaron que los ingresos del 1% más rico crecieran un 24% mientras que para el 90% restante subieron menos de un 2%. La influencia de la democracia cristiana en la derecha española, que siempre ha apoyado el estado del bienestar, resulta cada día más débil y desde los gobiernos de Aznar y la militancia neoliberal del PP, la prioridad de los gobiernos de la derecha ha sido solo bajar impuesto. Resulta grave que la derecha española asuma solo un modelo político, en el que sus únicos pilares son bajar los impuestos y crecer a costa de la precarización. Este camino ya sabemos donde nos conduce, a una sociedad dual, donde los más ricos crecen en su riqueza y las bolsas de pobreza y discriminación aumentan, como nos recuerdan los datos cada día.

En España y en Europa hay una mayoría social que prefiere pagar impuestos y tener mejores servicios públicos, pero también una población creciente que se siente atraída por el mensaje reiterado de que bajar los impuestos es algo bueno. Cuando se ponen sobre la mesa realidades tan preocupantes como la pobreza o la precariedad de algunos de nuestras políticas públicas, deberíamos reconsiderar estas recetas falaces. El nuevo gobierno ha anunciado una renta mínima vital asegurada a toda la ciudadanía y aumentar las rentas por hijo a cargo para reducir la pobreza infantil. Son medidas importantes, pero hay que ser exigentes con su eficacia, porque reducir las enormes bolsas de desigualdad y pobreza, no se conseguirá solo con rentas mínimas, que seguirán siendo insuficientes en muchos casos, si no van acompañadas de una intensiva política de vivienda social y algunas otras políticas de protección social.

Articulistas