Pero pasó

    02 abr 2022 / 16:34 H.
    Ver comentarios

    Y aquello pasó como si nada, porque en el olvido nunca pasa nada. O eso pensaba yo hasta ayer, cuando vino a mi memoria hundiéndome en la tristeza profunda que sustituye a la ira cuando la ira viene a destiempo y no sirve ya para nada. Nunca debió pasar. Pero pasó. Me sorprendió tanto que me dejó sin posibilidad de perdonar, y lo que es peor, sin ninguna posibilidad de pedir perdón. Y el tiempo, que no lo cura todo, pasa. Vuela sin hacer ningún ruido ni exigir nada a cambio de seguir acompañándole a la espera de morir para, por fin, olvidar. En consuelo de los tontos me hace feliz al pensar que todos los humanos han caído en situaciones parecidas, irremediablemente dolorosas. Pero es la felicidad del gilipollas que se conjura contra sí mismo para no volver a tropezar en la misma piedra a sabiendas de que está deseando hacerlo. No pasa nada se dice a sí mismo el ínclito imbécil, olvidando que lo que pasó no fue una pesadilla sino la más pura realidad de aquel pasado en el que nada era virtual. Creía yo que aquello no podía pasar porque no cabía en mi cabeza un disparate mayor, ni en mi corazón un daño peor. Pero pasó y paso los días intentando olvidar para poder volver a errar una vez más. Decía D. Emilio de la Cruz que “si uno se fabrica su propia tristeza, igual la puede destruir a voluntad y entonces la risa es más profunda y mejor” (Manual del sibarita pobre). Pero no es el caso.

    Articulistas