Performance

    31 may 2022 / 19:23 H.
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    La performance se consolida como expresión artística activista en la década de los sesenta y setenta del siglo XX; relacionándose con el activismo de manera definitiva gracias al feminismo. No debemos olvidar que precisamente Kate Millet era una artista plástica muy reconocida, según propone Semíramis González en Breve diccionario de feminismo. El feminismo en el arte exploraba ampliamente la performance como una herramienta para denunciar las violencias machistas. La performance es una herramienta muy útil para trasladar lo vivido en primera persona a la conciencia colectiva, capaz de alcanzar a grandes masas en una sola acción. Las mujeres se hacían dueñas de sus cuerpos ante un sistema que las cosificaba y consideraba únicamente como musas.

    Las artistas tomaron la performance como herramienta artística por el bajo coste en recursos y la inmediatez con la que transmitía su objetivo. En el caso español no faltan figuras tan interesantes como Fina Miralles o Esther Ferrer, o más próximas en el tiempo como Yolanda Domínguez, cuyas performances denuncian los estereotipos sexistas en la publicidad, la violencia de género o la prostitución y la trata.

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