Peñita de cañones

    28 ago 2020 / 17:01 H.
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    Este verano lo tendré marcado en sangre por temas personales, aunque el resto del mundo lo guardará en su memoria por la influencia que ha
    tenido el maldito bicho en el ansiado y esperado verano. Hemos dejado a un lado esas
    vacaciones en las que acostumbrábamos a viajar fuera, para quedarnos lo más cerca posible de nuestras casas, dándole uso como nunca a las segundas residencias que en la actualidad son los chalets y que antaño eran los cortijos de labor donde se desplazaban las familias al completo normalmente “de Virgen a Virgen”, es decir, desde la Virgen del Carmen a la Virgen de agosto.

    En estos lugares, no falta el dornillo de madera donde preparar nuestra pipirrana y servirla en mesa cubierta por mantel de
    plástico con sus molestos dobleces. También es muy de esta época el ajo blanco, tan
    lento de preparar hace pocos años, debido a tener que dejar finamente machacada la almendra solo con la ayuda del mortero de barro, y que hoy en día lo hacemos en menos de dos
    minutos, gracias a la denostada por algunos enterados, Termonix. La comida suele ser ligera, rematada con frutas de nuestras huertas, porque es sabido que: “el verano es tiempo de frutas”. Después de la comida, cuando la tarde ataca con su sol colérico, buscas el lugar más fresco y oscuro. Para encontrar ese sitiazo donde descabezar la siesta, lo mejor es tener un gato; el minino tiene la habilidad de encontrar la zona más fresquita de la casa donde defenderse de esos ratos en los que el bochorno, la calma y el silencio se hacen dueños de la tarde. Solo la chicharra aguanta el envite del calor, con ese canto artizo y monótono que silencia en el momento en que se siente buscada

    Hace no muchos años, teníamos lugares en los alrededores hacia donde nos desplazamos para mitigar esos calores y además disfrutar de un día de naturaleza con nuestra gente. Uno de los lugares más emblemáticos eran “los cañones”. Para los jaeneros era la playa que no teníamos. Un tesoro natural que solo en un lugar como Jaén, con nuestro carácter apático, abúlico, indolente, pasota y no sé
    qué adjetivo poner más porque me quedo corto, puede estar en el actual estado de abandono en que se encuentra. Este maravilloso cañón horadado por el discurrir del
    río Eliche durante miles de años, con unas pozas de agua helada como la del “chilanco el civil”, con paisajes de ensueño, con esa piscifactoría que alucinaba a los críos y entretenía a los mayores con la pesca que soltaba al cauce, con ese bar “La Trucha” en el que te doblabas tu biscuter del Alcázar en la fantástica terraza que tenía junto al río, con restos arqueológicos, historia, flora autóctona, que se encuentra a escaso diez minutos de nuestra capital, y sobre todo con recuerdos imborrables de varias generaciones; este cañón sufre un abandono lamentable por parte de todas las administraciones.

    Está incluido en el Plan Especial de Protección del Medio Físico y Bienes Protegidos de la provincia de Jaén, con la categoría de Paraje Natural de Excepcional Interés. Se comprometió el gobierno a través de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), con 750.000 euros en 2015, en un proyecto de restauración medioambiental que fue declarado de utilidad pública e interés social en abril de 2016 por la gerencia de Urbanismo.

    Pues ya veis, el que quiera ir solo tiene que jugarse la vida. Se accede a través de una
    pasarela construida a gran altura del nivel
    del río, que tiene como único elemento que aporta seguridad una barandilla oxidada y derruida en varias zonas, sin mantenimiento alguno, no queriendo ser pájaro de mal
    agüero pero cualquier día pasará algo y
    entonces lloraremos. Hay que recuperar
    este espacio, hacerlo accesible y sacarle el máximo partido, para que sea el reclamo del turismo de naturaleza que nuestro parque periurbano necesita. Mucho menos costoso de rehabilitar que “el Caminito del Rey”, que tanto le está aportando a la Serranía de Málaga. ¿Qué no tiene la belleza de ese paraje? Vas, lo ves y luego me cuentas.

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