Partida de defunción

    16 abr 2020 / 16:30 H.
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    Dispense, vengo por la defunción de papá. Se la dimos anteayer a su mamá. Vaya y pregúntele. Justamente mi mamá me envió por la defunción. Yo ya le dije. Vaya y pregúntele. El indito va, y al otro día regresa a casa de Gutiérrez el intendente. ¿Qué pasó? ¿Halló la defunción? Pues ocurre que mi mamá no la tiene. Buscamos. Buscó Tamanaco el remediador de la aldea y no la hallamos ¡Ah! ¿No? ¡Con que no! ¿No? ¿Y cómo se llamaba su papá? Indio Jeremías le llamaban para nombrarlo. Era mariche. El sol de mediodía incendia la calle. El hombre manda al indito que se resguarde de la lluvia. Disculpe señor, yo no veo la lluvia ¿Cómo qué? ¿Qué ha dicho? El indito arranca unas hojas del platanero de la calle y se cubre la cabeza ¡Ajá! ¿De manera que pregunta por Jeremías, el indio mariche? Sí señor, él era mi papá, según mi mamá dice y su mamá de él también dice, y nadie negó a la presente ¡No veo que escurra el agua sobre su cabeza! Pero ¡señor! ¡No hay agua! ¡No llueve! La mamá volcó sobre el indito el agua que trajeron para el viaje. Así fue como llovió sobre las espaldas del hijo de Jeremías, el indio mariche. ¡Ajajá! Ahí tiene la defunción. Le acompaño en el sentimiento.

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