bajos

    18 jul 2020 / 11:15 H.
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    Abierta la veda al pan de nuestra boca e infectado el covid por el virus de la economía, entramos en la fase de regreso a la catástrofe. No se ha dicho todavía que esto haya acabado y no sabemos siquiera si ya hemos pasado lo peor. Pero no queda otra que volver al oficio, a la profesión, o a lo que haya, si es que queda. Porque no pintan bien las cosas, tras el hundimiento casi total de nuestro buque insignia el turismo, es alarmante el número de gente que se ha quedado sin empleo, sin empresa, comercio, o negocio. Y vergonzoso de ver como cada día que pasa se hacen más largas las filas de personas haciendo cola para comer. A la pobreza crónica que ya sufre nuestro país, se han añadido las secuelas económicas de un virus mortal, el hambre. Amo y señor del libre comercio, de las ventajas fiscales selectivas, de la injusticia y de las guerras. Así, cuando de repente uno vislumbra tiempos chungos, ya sabe que bajará el sueldo de su trabajo y subirá el precio del pan. Siempre lo han tenido más difícil los débiles, en esta jungla de farsantes.

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