Otros economistas

05 abr 2017 / 11:21 H.

Desgraciadamente, en economía han calado mensajes en el ideario común que, por reiterativos, se han convertido en dogmas. Tratar de rebatirlos implica batirse en estrechos vericuetos doctrinales de reducida audiencia e inabarcable calado. Por eso es entendible que haya otros economistas que se muevan entre dos percepciones. La primera, la duda: Siempre se preguntarán si se equivocan. Cuando todos los demás hacen afirmaciones de lo contrario, se cuestionarán constantemente: “¿Serán ellos los que lleven la razón?” La tentación más a mano es la de sacar la bandera blanca, presentar la rendición, lo que a su vez es lo más cómodo. Pero la gente que no duda es peligrosa. Dudar no puede ser una coartada para no hacer propuestas. Muchos economistas entendemos que hay que intervenir en la incertidumbre. La segunda tentación es la de crear un sistema alternativo, ideal y utópico, negando la totalidad. Y sobre todo, creando un universo paralelo desde el confort de un despacho y con los datos soportados en una hoja de cálculo. Es a estos otros economistas a los que es más fácil rebatir y sobre todo, encasillar. Pero no todos los economistas insatisfechos son iguales. Si un economista va en contra de los postulados del crecimiento y del consumo, se le tacha de “ilustrado”, por considerarlo a favor del mensaje oficial relacionado con la austeridad y el equilibrio presupuestario. Sin embargo, lo que pretende manifestar es que no todo crecimiento es válido ni todo consumo es necesario. El consumo del sector familias, como componente de la Demanda Agregada, se aplica a sectores tan diversos como la educación, la sanidad, las guarderías, las políticas de dependencia o las subvenciones al Tercer Sector y empresas sociales. Lo que se hace necesario no es tanto reducirlo sino cambiar la estructura de la aplicación de esa variable consumo, y priorizar en la áreas y sectores en los que tiene que crecer y donde su nivel de eficiencia sea mayor. Hay economistas que siguen alertando de las crecientes brechas de desigualdad existentes. Desgraciadamente, poca gente les hace caso.