Oficios perdidos

29 ene 2020 / 09:37 H.
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Todo cambio, el progreso también, da y quita. Los cambios se hacen para mejorar, pero no suelen alcanzar la perfección. Es desesperante, muy doloroso, comprobar la cantidad de familias que tienen a sus hijos y nietos en paro, ya incluso con 30 años, sin encontrar un trabajo digno, esperando que les toque en suerte una de las pocas oportunidades de trabajo que el mercado laboral ofrece en la actualidad, cuando siendo yo un niño empezabas a trabajar, incluso antes de los diez años por la enorme cantidad de oficios que existían y que el progreso fue eliminando. Quizás, no fuesen los mejores oficios del mundo pero, aunque humildes, te ofrecían la oportunidad de incorporarte a la vida laboral siempre con la ilusión de ir progresando. Yo mismo viví esa experiencia desde niño y realicé infinidad de labores hasta encontrar mi auténtica vocación en el dibujo, el humor y el periodismo. No existen los oficios, absorbidos por las grandes fábricas, nada más que en pequeñas proporciones que inducen a ejercerlos, como se dice ahora, de manera sumergida. Tuve este recuerdo cuando veo un precioso mueble que me hicieron los hermanos Fernando y Manolo Quesada hace 50 años y que ahora, medio desvencijado, conservo en la cochera para guardar en él cientos de trastos que tampoco me sirven para nada. Recuerdo la gran cantidad de carpinterías que existían en Jaén en aquellos tiempos y, muy especialmente, la de Fernando y Manolo, situada en la calle Vergara. Hice una entrañable amistad con los dos hermanos, especialmente con Manolo, porque eran ellos los que trabajaban para “Tejidos Gangas”, los que construían sus hermosas estanterías y a los que yo di otra dimensión nueva al tener que realizar todos los trabajos de decoración que yo diseñaba para las distintas secciones y para los escaparates. Para eso siempre contaba con la valiosa colaboración de Manolo Quesada, con su buena profesionalidad y su inevitable sonrisa, además de su excelente equipo de profesionales. Ya no existen grandes carpinterías, ni herrerías, ni hojalaterías, ni carbonerías ni otros cientos de oficios que te abrían una primera puerta para iniciar una andadura laboral desde que cumplías los 14 años, edad con la que podías iniciar el aprendizaje. Hoy son miles los hombres y mujeres que llegan a cumplir 25 años, y más, sin haber tenido una sola oportunidad de encontrar un empleo.

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