Nuestros muertos

04 nov 2019 / 12:55 H.
Ver comentarios

Hace como cuarenta y cinco años que no me orino en la cama. Supongo que eso está bien, voy a cumplir cuarenta y siete, no es mala marca. Imagino que llevo caminando solo, sin servirme de un tacataca y tal, un tiempo parecido, meses arriba o abajo; comiendo sin que alguien se ocupe de conducir la cuchara a mi boca, menos, de pequeño di mucha lata en ese aspecto y aún me recuerdo discutiendo por ello con mi madre y mi hermana. También imagino que llegará un momento en que no resulte raro que vuelva a orinarme en las sábanas y a necesitar ayuda para caminar y comer, y hasta es muy probable que entonces, en esa hecatombe, como cuando hace aproximadamente cuarenta y cinco años eché a andar y logré controlar mis esfínteres, esas inacciones no puedan transformarse en recuerdos concretos, porque la memoria ya me falle o alguna clase de demencia me lo impida; ya sabéis a lo que me refiero: el maldito círculo vicioso o los dos polos que se tocan. De modo que me hallo en el instante perfecto para renunciar a Halloween y a sus estúpidas calabazas y reivindicar con furia el día de los muertos que nos enseñaron a caminar. Y eso hago. Besos, mamá.

Articulistas