Nos asesinan

    27 ene 2020 / 08:35 H.
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    Todavia no hemos dejado atrás el mes de enero de este año 2020 y ya hemos restado seis mujeres y una niña en nuestro país. Nos han asesinado a seis mujeres y a una menor. Un marido o una ex pareja han decidido acabar con la vida de seis mujeres y de una menor. Porque sí, porque hay hombres que son así. Y punto. El pasado sábado, día 25 fue el último asesinato. Y no ocurre nada. La vida sigue, como si jamás estas seis mujeres y esta niña hubieran existido. Como si sus ausencias pasaran desapercibidas, porque nuestra sociedad lo ha normalizado. A las mujeres se las asesina del mismo modo que cada mañana sale el sol. Es normal.Nuestra sociedad, esa que se escandaliza porque su partido de fútbol pierde un partido, es la misma que deja en el “Ay, madre mía, otra mujer muerta a manos de su pareja o ex pareja” el llanto por estos asesinatos. Nuestra sociedad está sumida en una profunda hibernación de la que parece que no quiere despertar. Nos conformamos con que no nos ocurra algo semejante en nuestro entorno. Quienes no podemos soportar más pérdidas y ponemos el grito en el cielo clamando justicia somos tachadas de locas. Por cada asesinato de una mujer víctima del heteropatriarcado, de la violencia machista imperante, las redes sociales se llenan de mentiras y de vómitos contra la verdad. Afloran las mentiras de las denuncias falsas, se triplican las falsas estadísticas en este asunto. Todo el mundo conoce a uno cuya pareja mujer le hacía la vida imposible. Y entonces, nosotras, las que no queremos que ningún asesinato fruto del patriarcado más asqueroso quede en el olvido, volvemos a intentar explicar por qué esto no es violencia doméstica, por qué es violencia de género, violencia machista, violencia contra las mujeres. Y no nos cansamos de hacerlo, aunque sea agotador explicar una y otra vez que la violencia machista es un tipo de violencia que se produce por una relación de poder estereotipado de hombres contra mujeres en una sociedad en la que se nos dice que las mujeres aún no estamos a la altura de los hombres, que ellos son las verdaderas personas y que nosotras somos apéndices de la sociedad. Y dirán ustedes que esto nadie lo ha dicho, pero les digo yo a ustedes que aunque no se verbaliza es lo que se siente. Las mujeres somos violadas, acosadas, manoseadas, golpeadas y asesinadas por el simple hecho de ser mujeres. Y si ustedes no lo ven, ustedes son el problema. Así, simple y llanamente. ¡Qué tan necesaria es la educación en valores! ¡Qué imprescindible es la sensibilización con esta lacra! ¡Qué importante es llamar a las cosas por su nombre para que adquieran valor! Hay ocasiones en las me encuentro cansada de ser la mosca cojonera de quienes me rodean, la que constantemente interrumpe o corta conversaciones que están adquiriendo un matiz machista (es una broma, me dicen), la que se mete en discusiones de quinceañeros, la que propone dejar de ver programas de televisión por su alto o bajo contenido sexista, la que no consume ciertos productos porque su publicidad es machista... Y cuando más cansada, más me doy cuenta de lo necesario que es que nuestra sociedad se llene de moscas de este tipo. De moscas que gritemos que somos mujeres y que nuestros cuerpos y nuestras vidas nos pertenecen. Y siempre hay alguien que me dice que no entre al trapo, que no provoque polémicas... Y digo yo: ¿cómo hace un porcentaje muy alto de la sociedad para estar en silencio? ¿Acaso de verdad piensan que el silencio y el pensamiento de que ya pasará todo es lo único que hará cambiar nuestra sociedad y dejar que las mujeres seamos libres? ¿De verdad puede existir una parte de la sociedad que no ve que esto es terrorismo? Mi cabeza explosiona al ver que hay personas que no consideran la violencia machista como terrorismo. Seis mujeres y una menor a 25 de enero. 25 días del año y ya hemos restado seis mujeres y una menor. ¿Y si fueran asesinatos de otros colectivos, políticos por ejemplo? ¿Qué ocurriría si a 25 de enero se hubiera asesinado a 6 políticos de nuestro país? ¿De qué estaríamos hablando? ¿Diríais entonces que las feministas estamos locas?

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