Nombrar para existir

    28 jun 2019 / 11:43 H.

    La libertad, escrita con artículo femenino singular, determina su feminidad. Erigida en mármol, bronce, granito, entre otros materiales, para conmemorar triunfos y victorias, transmitiendo en finos ropajes tallados, la figura de la mujer, dejando translucir su anatomía y, al mismo tiempo, belleza, liviandad y un estado natural que no valoramos hasta que lo perdemos. El comportamiento de un ser libre es tener y poder expresar la facultad y el derecho de elegir responsablemente la manera de actuar en esta sociedad, con la limitación de las leyes, que son normas establecidas por las autoridades. Nuestros actos son “libres”, si están supeditados y juzgados por leyes dictaminadas por entes que actualmente las transgreden, y se atreven a juzgarlas con la “Ley del Embudo”. La codicia es dominante, en cuanto el sujeto obnubila su mente con poder y transforma la libertad de la persona en un sujeto violento y primitivo. Lo que parece que esta transgresión olvida es que nos amamantamos de la “egolatrina” suministradas por las redes sociales, dejando a cambio de ese rutilante y algorítmico viaje las huellas de los desmanes cometidos. Lo llaman libertad, porque de alguna manera se tenía que nombrar ese estado para que existiera esta esclavitud velada o entrar en un estado de auténtica paranoia.