No hubo milagro

19 dic 2019 / 09:35 H.
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Es lo que gran parte de la afición jiennense pedía antes de jugarse el partido de Copa del Rey entre el Real Jaén y el Alavés. Se necesitaba y se pedía un milagro que permitiera que el equipo blanco continuase adelante en una competición que podía depararle varios beneficios, principalmente el económico. La asistencia al Estadio de la Victoria fue notable, aunque en otras circunstancias hubiera sido mayor. Pero, estuvo bien, la afición cumplió y acudió con la esperanza puesta en el milagro. Pero, esta vez no hubo milagro. Se logró lo que se ansiaba que no era otra cosa que la victoria del Real Jaén, pero no hubo milagro, porque no lo necesitó. El Real Jaén venció con una claridad que pudo ser más amplia gracias a sus méritos, a su trabajo, a su convicción, a su entrega y a su mejor juego. De milagros, nada. El conjunto de Alberto González fue superior en todo momento a su adversario, al que no permitió nada más que escasas escaramuzas atacantes que fueron bien neutralizadas por la cobertura blanca. El Alavés apenas llegó a inquietar seriamente a Ángel de la Calzada, mientras las oportunidades de los jiennenses eran más constantes, como demuestran esos tres goles que subieron al marcador y dos disparos de “Javielillo”, que repelió la madera. Los alavesistas tendrán ahora sus excusas, como la de recurrir al mal estado del terreno de juego, pero eso era algo que su técnico conocía. Lo que no sabía ni se figuraba era la raza, la entrega y todo ese buen fútbol medio escondido hasta ahora que sacó a relucir el Real Jaén. Alberto González ganó la partida a Asier Garitano en todos los aspectos del partido. Fue una noche de magia, de delirio, de apoteosis que bien merecía poder vivir la afición blanca. Durante 90 minutos, como un sueño maravilloso, el equipo jiennense hizo olvidar a sus seguidores las dudas, las preocupaciones, los sinsabores. Y puede que este importante triunfo pueda significar algo más que un sueño, porque la actuación del equipo confirmó casi todas las ilusiones y las esperanzas que en él se habían depositado. Puede que el futuro ofrezca un rayo más de luz, porque la economía notará un empujoncito y porque, cuando se tiene un plantel como este que dirige Alberto González, no se puede perder nunca la esperanza. Esta fortaleza demostrada por los jugadores debe extenderse a todos los que integran esta gran familia del Real Jaén.

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