No es lo mismo

16 abr 2019 / 08:54 H.

Alo largo de mi ya considerable edad, han sido muy pocas las veces que vi nuestros desfiles procesionales a través de la pequeña pantalla. Sólo en los últimos años, cuando la edad no aconseja los trasnoches, contemplé la salida de Nuestro Padre Jesús. Este año, por causa de la convalecencia de mi esposa —que es la devota más entregada de nuestra Semana Santa— tenemos que estar en casa y recurrir a la televisión. Hay que decir que a través de ella se viven más detalles y aspectos de los desfiles y se conoce una importante información de datos de las imágenes y de las cofradías. Pero no es lo mismo. A través de tanta prodigalidad de imágenes y datos se echa de menos algo que es consustancial en los desfiles. No se puede percibir ese penetrante olor a cera, a incienso y a flores. No es lo mismo.

Confieso que nunca he sentido vocación de cofradiero, pero he tenido y tengo entrañables amigos que, para ellos, la Semana Santa es una de las razones más importantes de su vida. La devoción por sus imágenes titulares les guía, les da fuerzas para trabajar sin descanso para procurar mayor brillantez y esplendor. Sólo he ido alumbrando a Nuestro Padre Jesús y, siendo muy niño, acompañaba a mi padre que solía asistir con la vela en la mano a la procesión de la Soledad en las noches jaeneras de la Semana Mayor. Pero me gustan los desfiles que cada año, con su solemnidad, despiertan mi devoción y mi fe. Como alguna vez me ha sucedido hablando con cofrades inolvidables, como lo fue Luis Escalona, mi entrañable amigo, del que se van a cumplir tres años de su muerte.

Luis Escalona fue cofrade del Cristo de la Expiración desde que era un niño. Solía decir que hay dos clases de cofrades, el cofrade de vara y el cofrade de cera. Él siempre prefirió la cera, aunque yo le decía que él era cofrade de amor e incluso de pluma, porque con el seudónimo de Luesco escribió centenares de artículos que vieron luz en las páginas de Diario JAÉN, además de sus libros, especialmente los dos volúmenes que describen la historia de la Adoración Nocturna en Jaén. Pienso en él porque hoy estaría pensativo, preocupado, mirando las nubes e implorando que las prescripciones de lluvia para el Jueves Santo, no se cumplan, porque eso evitaría que el Cristo de la Expiración, una de las imágenes más bellas e impresionantes de nuestra Semana Santa, no saliera de su templo de San Bartolomé.