Navidades interminables

    06 ene 2021 / 16:00 H.
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    Nunca me había imaginado que llegaría un día en que desearía que acabaran las fiestas navideñas. Y sin embargo, hasta en eso, el coronavirus me ha cambiado. Hoy, tengo que reconocer que disfruto de cierto sosiego al ser consciente de que, por fin, termina la Navidad. Algo insólito en mí. En circunstancias normales, desde que llega el día uno de diciembre siento una alegría indescriptible, que no cesa hasta que llega el seis de enero. Se trata de un mes plagado de celebraciones familiares, eventos sociales y reuniones con amigos. De pequeña, en casa, esta fecha, siempre se vivió de forma especial, y de adulta, he procurado transmitir esa aptitud a mis hijos. Pero este año, la pandemia se ha comido todas
    las tradiciones hogareñas y de confraternización, lo que hacía que, llegada la fecha de cada uno de los eventos en cuestión, me invadiera cierto, y a veces agudo, entristecimiento. En casa hemos sido de los que, en estos días, no nos hemos reunido con abuelos, ni hermanos, ni allegados, ni amigos. Solo los convivientes de casa. Y, reconozco que, en determinados momentos, el nudo en la garganta y los ojos vidriosos, hacían acto de presencia, por lo que debía hacer un gran esfuerzo para conseguir recomponerme. La teoría me la sé. Mejor no juntarse este año, y conseguir juntarnos en los años venideros. Pero eso no quita para admitir que estas festividades se me han hecho interminables. Bendito trabajo, el que lo tengamos, porque nos permite evadirnos, en cierta medida, del clima emocional y alegre que debía haber flotado estos días en el ambiente, pero que brilló por su ausencia. En definitiva, dejamos ya atrás la pesadumbre del querer y no poder. Sin lugar a dudas, hoy acaban unas Navidades extrañas, las más raras de nuestras vidas. Al menos, ese es mi deseo. Que hoy hayamos puesto fin a la navidad más terrible que nuestra memoria sea capaz de guardar. Que nunca volvamos a vivir una experiencia semejante. Que todo se haya quedado en una anécdota más que contar
    de nuestras vidas.

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