Muchas primaveras

21 mar 2019 / 09:08 H.

Ya, hoy mismo, millones de personas hemos cumplido una primavera más. Algunos, como yo mismo, sumamos un buen puñado de primaveras. En el último año no estoy teniendo suerte con esto de las fechas conmemorativas. Los 80 años los cumplí el pasado mayo ingresado en el Hospital Clínico y mi onomástica, el pasado martes, me llegó con mi mujer ingresada en el mismo Hospital. Pocos motivos para celebraciones. Aún así, aún me duelen los dos brazos de tanto atender las llamadas —por fijo y móvil— de mis muchos buenos amigos de distintas partes de España que me deseaban lo mejor del mundo. Es de agradecer este entrañable detalle. Voces que se escuchan muy a menudo y otras que te cuesta reconocer porque, por distintas circunstancias, hace años que no las oyes. Todas se agradecen por igual aunque esos buenos deseos de celebrar la onomástica con alegría quedan aplazados —que no lo olviden mis buenos amigos Paco y Pele Lerma— para cuando mi esposa esté recuperada.

Uno de los buenos amigos que me llamó fue Antonio Cortés Aranda, una excelente persona con quien durante una larga época compartí docenas de tertulias preñadas de cordialidad y buen humor y a quien hace varios años que no puedo dar un abrazo personalmente. Antonio nació en Cárchel (Jaén) hace 75 años. Allí, siendo un crío, empezó a trabajar en la hostelería. En 1968 vino a la capital para trabajar con Lucas González, primero en el bar que tuvo en la calle Cuatro Torres y, después, en el bar de la Falange. Pasó por el Ideal Bar y pasó a las órdenes de Juan Millán, en el hotel Rey Fernando. Finalmente, ya por su cuenta, llevó primero la explotación de la cantina de la Estación de Autobuses, y después, regentó el bar de la mencionada estación.

Hasta entonces, habíamos tenido una relación intensa, casi diaria. Luego, por imperativos del trabajo y la distancia entre nuestras viviendas, fuimos espaciando nuestros encuentros aunque la amistad no mermó ni un ápice. Además, mi amigo Antonio dejó de frecuentar las calles jiennenses a causa de un acusado problema de obesidad. Hemos hablado telefónicamente varias veces en los últimos meses y tenemos una cita pendiente. El lugar elegido es el Puente Tablas, un punto también elegido por otros buenos amigos que me prometieron una visita. Ojalá vengan antes de que cumpla otra primavera pero, eso sí, como me vengan todos juntos tendremos que ampliar el lugar de reunión.