Muchas “Covigracias”

    07 feb 2021 / 16:25 H.
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    Me habéis conocido con varios nombres, pero estoy a punto de convertirme en una metonimia de esas que tanto os gustan. Si llamáis a todos los panes de molde “Bimbo” y a todos los yogures “Danone”, cada vez que ahora escucháis la palabra Virus pensáis en mí. Lo sé y me produce una rara satisfacción verme integrado no solo en vuestra vida sino también en el lenguaje cotidiano que usáis. Soy ese virus coronado que os ha cambiado la vida, que os ha confinado, arrancado de la rutina cotidiana, aislado de aquellos a quienes queréis, hundido en camas de hospital o llevado a la tumba en tropel. Curiosamente os debo mucho y de ahí esas “covigracias” que tengo que expresaros con todo mi corazoncito vírico. No habría podido ascender hasta el lugar en que me encuentro sin vuestra valiosa colaboración. Quienes me descubrieron dieron la voz de alarma muy tarde y trataron de minimizar mi existencia y mucho más mis ansias de volar, de viajar, de expandirme libre por todo el planeta. Ya conociéndome se pensó que mi efímera fama sería como el de ese cantante cuya única canción copa las listas para después hundirse en el olvido. De ahí que se obviaran controles y estudios serios. Quienes avisaban de mis añagazas eran inmediatamente silenciados, manipulados o ridiculizados incluso por políticos y portavoces de entidades supuestamente solventes sembrando dudas en las mentes desinformadas. Vergonzosamente me fuisteis dejando pasar sin promover en la magnitud necesaria mascarillas protectoras y medidas estrictas hasta que ya fue tarde. Antepusisteis algarabías económicas al cuidado de vuestra salud y me dejasteis el paso expedito hacia vuestros cuerpos. Las mentes, no sé bien la causa, ya debían tener algún atisbo de disfunción ya que, para mi regocijo, gentes de diversa edad y condición aparecieron rebatiendo mi existencia, incumpliendo normas, reuniéndose en insanos aquelarres, manifestaciones, encuentros y demás bacanales negacionistas hasta que conseguí llegar hasta donde nunca imaginasteis. A pesar de que os tengo recluidos en las UCI y con un ritmo de mortalidad inabarcable, miríadas de congéneres vuestros siguen dándose a la orgía del desprecio a la salud ajena y a la propia; alienados grupúsculos acusan a los noticiarios del uso de decorados médicos para engatusar al personal; voceros enloquecidos se hacen eco de los daños que provocan las mascarillas y levantan sus bufidos, incluso, contra las vacunas que podrían detenerme; políticos dispares anteponen sus personales aspiraciones al interés sanitario general dándome alas. ¿En serio habéis pensado realmente lo que estáis haciendo? Seguid así. Mi pequeño corazón os envía estas sentidas “covigracias” por vuestra ayuda y consideración.

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