Mi último disfraz

He preparado una pequeña fiesta de Halloween muy particular, en la que sólo estamos dos invitados, uno de ellos soy yo, en una versión muy mejorada, y el otro es una señorita llamada tranquilidad. Imprescindible, un disfraz; mi elección para la ocasión es uno que tiene muchas capas, demasiadas si tenemos en cuenta la temperatura, resulta que todas son imprescindibles para que en su conjunto quede resultón, unas protegen y te dan la fortaleza que no tienes, otras arropan la desnudez, no por vergüenza, sino por la indefensión de miradas obscenas, y otras con color que te ponen bonita dando la luz que necesitas para hacerte sentir especial. El maquillaje ya intento que sea lo más atractivo posible para poder captar su atención. Tranquilidad en cambio, ni siquiera sé si acudirá a su cita, no por estar últimamente ocupada, sino más bien porque le resulta difícil encontrar el traje adecuado que disfrace su propia naturaleza sin traicionar su mente, tiene en cuenta que suelen aparecer otros individuos no invitados llamados problemas, a los que precisamente les gusta acaparar toda la atención en una fiesta y con los que precisamente no se divierte; en cualquier caso me pondré el disfraz que he preparado para la ocasión al que he llamado paciencia.