de bitácora

    10 jul 2019 / 12:32 H.

    He titulado bien, pues si Jaén es un mar de olivos, en todos los mares hay barcos con espacios reducidos a un cuarto de bitácora, donde el capitán anota todo lo que sucede alrededor de la nave. Mis anotaciones están relacionadas con este bosque olivarero y el mar frondoso de este Jaén que vive por y para el olivo, cuyo aceite, puro zumo de dioses paganos, está pasando por un bajío, expuesto al mar de las tormentas. Este año la cosecha será tan calva como la calva de un calvo a la que se le ha caído el pelo. No ha llovido lo suficiente, y el calor que hizo en marzo y abril quemó la flor del olivo; por lo tanto, aceitunas picuales, royales o gordales se contarán con los dedos de una mano. La ruina de nuestro olivar se vio venir, y aquí la vemos asomar con los dientes afilados como un lobo hambriento y aullador subido en un altozano. Nuestro Gobierno —si es que coge las riendas del poder— debe tomar cartas en el asunto, no solo a nivel nacional, sino en el Parlamento Europeo, donde se supone que defiende las carencias de los europeos. Otra anotación en mi libro de bitácora: Las grandes superficies comerciales no deben poner zancadillas al olivar, pues al fin y a la postre los olivareros somos asiduos clientes de sus ganancias.