Mi abuela

    18 ene 2022 / 16:36 H.
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    Se llamaba Pura y vivió con nosotros hasta su fallecimiento. Su vida, como la de casi todas las personas de aquella generación, no fue fácil, sino todo lo contrario. Dio a luz casi una decena de veces. Murieron varios de sus hijos siendo niños, dos de ellos en quince días. Vivió una guerra, con bombardeo incluido en la puerta de su casa, y una posguerra con todo lo que ello conlleva. Sacó adelante su casa y a sus hijos sin esterilizadores de biberón, sin pañales, sin internet donde consultar posibles dudas sobre la crianza de hijos, sin televisión con la que distraer a los niños en sus ratos de ocio, y casi seguro, sin demasiada colaboración de su marido, que no creo que fuera un adelantado a su tiempo y se tomara eso de la crianza como una labor conjunta. Y aún así, la recuerdo siempre alegre, optimista, sonriente, positiva. Parecía feliz, a pesar de todo lo que vivió. A veces pienso en ella cuando miro a mi alrededor y veo una sociedad infeliz en los tiempos actuales, a pesar de las comodidades que nos rodean, pero está claro que la felicidad no está en lo que se ve ni en lo que muchos se esfuerzan por que se vea. Todo lo contrario. La felicidad se ve que está precisamente, en lo que no se ve, aunque lo tengamos delante.

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