Menos precio y sin valor

    16 feb 2020 / 10:17 H.
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    Como ocurre casi con todos los problemas complejos que en nuestra sociedad se dan, el olivar no es ni fácil de explicar, ni mucho menos dar con una metáfora que lo simplifique ¿Qué ocurre con el precio del aceite, ya tan a la baja que no merece la pena ni recoger la aceituna? ¿Dónde está la solución? ¿Es un problema en origen? Y consecuentemente, tenemos que restructurar el olivar hacia una industrialización máxima y olvidarnos del valor añadido que se recrea al final de la cadena ¿Pero, y si fuera un problema político? Entonces tendríamos que renegociar en Bruselas nuestro estatus, cuotas y la verdad acerca de qué es oferta y qué es demanda. También ocurre que todo se complica porque los pequeños y medianos agricultores, que viven de manera directa de sus explotaciones, quieren que se capitalice su trabajo y su inversión en forma de dinero inmediato. A lo que se suma que en la inmensa mayoría de las grandes cooperativas tienen dentro a los grandes productores, que no quieren oír de movilizaciones, ni que les toquen su empresa. Las grandes distribuidoras y envasadoras quieren ser ellas la que generen el valor y están dispuestas a reventar el sistema para que sus ganancias sean las máximas. Y los cientos de empresas que están en torno al sector, con químicos, maquinaria y servicios, ven en nuestro olivar un campo abonado para sacar una buena tajada del pastel. Y todo esto, en un ambiente donde cada vez somos más mayores, el medio rural más despoblado y sin estar en la idea de España de quienes nos gobiernan.

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