Menores y odio

    07 sep 2020 / 17:25 H.
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    A veces, y últimamente son muchas las veces, ocurre que sientes una profunda tristeza que se une a una desmesurada vergüenza cuando ves cómo piensa alguna gente de nuestra Jaén, cómo habla desprendiendo odio en cada sonido y cómo ataca a quien piensa diferente. Esta semana pasada vivimos en nuestra capital una pelea entre jóvenes en la plaza de Santa María. Leo la noticia en varios medios y me encuentro con comentarios en redes sociales de lo más alarmante. Resulta que el problema de todo lo que ocurre por allí arriba es un centro de menores... ¿De verdad? Es que es de traca que los comentarios en la línea de “los mismos de siempre”, “esa gentuza debería irse a su país”, “vienen a dar por culo”, “su presencia nos crea inseguridad”, “no podemos salir a las calles”, entre otras muchas, muchísimas, lindezas, sean tan abundantes y, sobre todo, que se escriban sin pudor alguno. En uno de estos medios, al final, entré al trapo y se me ocurrió intervenir, que es que no aprendo y entro siempre en polémicas, que parece que me pagan para ello. Pero bueno, el caso es que entré en el juego y expuse mi opinión. Me llovieron tortazos virtuales tremendos. “Llévatelos a tu casa”, “hipócrita”, “vente a vivir con ellos y los aguantas”, algunos ponían incluso en duda mi ética o mi profesión... ¡qué originales! El caso es que tras leer muchos comentarios volví a caer en la misma reflexión que vengo cayendo desde hace años: ¿qué estamos haciendo, como sociedad, para que las personas que somos de aquí demos lugar a este tipo de comentarios contra el que viene?, ¿qué estamos o qué estamos dejando de hacer para que los menores que están en los centros no terminen de ser acogidos por la sociedad, o no acaben por integrarse en ella, o como queramos denominar esta intervención? A estas alturas de la vida estoy segura de que la sociedad en general está podrida. Los nuevos y prolíferos gurús del odio salen hasta de debajo de las piedras y, obviamente, resulta más fácil echar las culpas a quien llega buscando una vida que darse cuenta de que el problema radica en lo que nos han dicho que se llama España. Quiero decir que unos y otros desde arriba se han encargado de cargarse al pueblo, y nosotros, que seguimos arrastrando la mierda esa de las dos España y del o estás al cien por cien de acuerdo conmigo o eres mi más íntimo y odiado enemigo, nos aferramos a discursos fáciles que echan balones fuera. Y claro el discurso del “a tu casa vendrán y de ella te echarán” pues está muy bien para crear miedo entre la población autóctona y levantar odio conjunto. ¡Uf! Y que no seamos capaces de ver cómo nos manipulan con todo esto... Que no digo que yo esté en posesión de la verdad absoluta, que habrá de todo, como en botica, pero es que me niego a pensar que se convierta en absoluta normalidad la equiparación centro de menores con delincuencia. ¿Encasillamos o describimos? ¡Qué complicado! Quizás la falta de recursos, una vez más el tema política sale a la luz, sea la culpable de no poder intervenir con estos chicos de la forma más adecuada y más rentable para su integración y su socialización. Quizás vivamos en una zona de confort de la que no queremos salir y nos agobia un poco el supuestamente diferente. Quizás haya tantos quizás que sea imposible encontrar el porqué de esto. Pero el caso es que desde las aulas trabajamos la igualdad en todos los aspectos, y parece que cae en saco roto. Desde muchas instituciones se trabaja para favorecer la integración de todos y parece que no se llega a ningún lado. Quizás sean las políticas sociales o la falta de ellas. ¿Quién sabe? Lo que sí me asusta es el auge que el discurso de odio está adquiriendo en los últimos años. Me asusta porque no me entra en la cabeza ese odio hacia otro ser, hacia otra persona. Puede caerte bien o no, eso ya es un tema personal, pero ser consciente de que la sociedad con la que se van a encontrar nuestras criaturas está basada en racismo y odio es algo que me aterra y que me invita a una reflexión constante. ¿Dónde fallamos como sociedad? Yo encuentro muchas respuestas, ¿y tú?

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