Mea culpa

19 jun 2019 / 09:39 H.

Ya está todo consumado. Ni las lamentaciones ni los reproches sirven para nada, aunque nunca faltan para tratar de eludir responsabilidades. El mea culpa abundará poco, porque muy poquitos reconocerán su parte en este final descorazonador. Y aunque algunos lo han reconocido, tampoco sirve ya de nada. Lo único verdaderamente útil sería hacer un examen de conciencia, una seria y profunda reflexión y tratar de sacar la lucidez para aprender de los errores y tratar de corregirlos. Y en esto del fútbol, como en tantas otras facetas, se suele tropezar demasiadas veces en la misma piedra. Lo que es innegable es que en esta debacle final no hay un único culpable. Los pecados, en mayor o menor medida, están repartidos. Y sería un detalle al menos bonito y digno que cada quien reconociera los suyos. Germán Crespo reconoció en la rueda de prensa, tras confirmarse el no ascenso, que él era el máximo responsable, pero parece que no está dispuesto a aceptar las consecuencias y que no dará facilidades para dejar su cargo a disposición del club. Me extraña que la afición lo aguantara una temporada más. Nunca he hablado con él, pero tengo numerosas noticias de que es una buena persona, y cuenta con mi respeto. Sólo le juzgó como entrenador del Real Jaén en esta temporada y mis opiniones son equidistantes de las que él mantiene. Sí vi el rostro descompuesto, de sufrimiento, de Andrés Rodríguez durante el encuentro, porque estaba muy cerca de mí en el palco. No hablamos. El momento no era para las palabras. Al día siguiente, Andrés Rodríguez presentó su dimisión como consejero delegado del club. La experiencia había sido demoledora y él tuvo mucha influencia en su confección, desarrollo y mantenimiento. Nadie puede poner en duda la enorme capacidad de trabajo de Andrés. Ha dedicado casi todas las horas de todos los días al club. Pero ya se dice que quien mucho habla mucho yerra y lo mismo sucede con quien mucho hace. Andrés Rodríguez tuvo errores, por los que se ha disculpado a la hora de su dimisión. Es posible que tanto a él como al club les venga bien esta renuncia, porque un protagonismo —a veces obligado— como el que tuvo quema mucho. Y cuando algo se quema, es indispensable hacer el ambiente respirable, buscar aires nuevos. Gentes tan activas como Andrés se necesitan pero quizás con no tanto poder de decisión. Y lo que más se necesita son personas que conozcan algo lo que es y puede ser el fútbol.