Me siento seguro

23 ago 2017 / 10:45 H.

Cuando leo que las tres grandes entidades financieras han sido las mayores beneficiarias del proceso denominado flight to quality, es decir, el vuelo hacia productos más seguros por parte de empresas y familias, reconozco la pasividad de la ciudadanía, mi propia pasividad, ante la situación de concentración de la oferta financiera que se está dando en nuestro país. Para llegar a este oligopolio financiero se han tenido que desmantelar todas las cajas de ahorro centenarias, se han comprobado las ausencias de regulación y control por parte de las entidades competentes que han llevado a situaciones de desmanes en sus consejos de administración. Hace poco, el actual gobernador del Banco de España, una vez más, indicaba que se podía haber hecho mucho más en el proceso de control y regulación de entidades. Claro, a toro pasado, pero el coste de no haberlo hecho bien lo pagamos los ciudadanos y las pequeñas empresas. La ausencia de las cajas de ahorro ha provocado dejar a su suerte a tantos pueblos y colectivos vulnerables que se veían apoyados por la obra social. La presencia de esas cajas de ahorro permitía abrir la oferta, adaptar los productos financieros a los territorios y a los colectivos más desfavorecidos y, sobre todo, a mantener una oferta de precios que permitiera al cliente buscar y decidir en condiciones mucho más competitivas. Fuentes de esas grandes entidades estiman que, en pocos años, se repartan entre cinco bancos más del 80% del mercado, lo que nos situaría a la cola del grado de competencia europeo, con lo que eso significa para los precios de productos financieros y para el otorgamiento de créditos. Hemos permitido esta concentración de un sector tan estratégico para el crecimiento de un país, de sus familias y empresas, con el elevado coste pagado en despidos y los miles de millones de euros perdidos en el rescate bancario. Ya lo decía hace unos años el añorado profesor Sampedro: “Se ha sustituido el ansia de libertad por el ansia de seguridad”. Y esa seguridad tiene un precio.