Los pequeños derechos

No son distintos. Pero tampoco son iguales. El suyo es solo suyo. Es su derecho. El mío es solo mío. Es mi derecho. Son pequeños derechos que surgen de los derechos inventados con los nos llenan la cabeza políticos ignorantes, irresponsables y vividores de nuevos derechitos cada día más numerosos. Y cuando llega el momento del peligro para los grandes derechos solo se les ocurre echar mano del más antiguo de los argumentos que los humanos descubrimos para subsistir. Matar. Así porque sí. Matar justificadamente. Como si la muerte de otro fuera excusa para la libertad de uno. Aparecen entonces los derechos en su mayor expresión. La libertad justifica la muerte de los otros. Pero los infames derechólogos, gobiernos y parlamentarios oprimidos nos la ocultan detrás de muros enormes de mosquitos protegidos, de negros de colores, de maricones orgullosos (orgullosos, sí). Hete aquí que viene una guerra. Una guerra más de las que corren por el mundo. Pero esta es nuestra. Y ya no valen maricones orgullosos, ni mosquitos protegidos, ni negritos en Melillla. Ya solo vale matar. En eso ha quedado el mayor de los derechos. Quien te ofrece la Libertad ya se ocupó de robártela.