Llega el otoño

    08 oct 2021 / 13:46 H.
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    Me gusta salir al campo en esta época del año, cuando el tibio sol cada día sale más tarde y se esconde más temprano para que sepamos poner en valor cada momento de estos días que poco a poco van acortando y pasan más rápidos. Es tiempo de sazón y los colores crean paisajes llenos de paz y quietud como bodegones al óleo repletos de esos frutos que toman forma pausada escuchando el murmullo de los árboles que se desnudan buscando el reposo del invierno, una vez que nos los han dado. Disfruto cada día durante el otoño, época por la que siento una especial predilección ya que es tiempo de plenitud y esperanza de esa nueva vida que enterramos en los campos cada noviembre durante la simienza, vida que brotará de nuevo burlando a la parca que maneja los hilos a su antojo tratando de arrancarla una y otra vez con el hielo de invierno. Ahora pasear por los campos algo más sombríos es adentrarse en la magia, disfrutar de esa paleta única en la que se mezclan las luces de infinitos colores, donde predominan los ocres pálidos, los amarillos gastados, esos rojos intensos, los verdes olivo y los evanescentes blancos de los chopos mortecinos, cuando el cielo es azul intenso, a veces gris oscuro o púrpura arrebol y la luz armonía y música de viento suave que mece las hojas secas al caer, la lluvia esperanza del tierno verdor de la hierba fresca, ese fruto imparable del agua temprana que nos trae promesa segura de brotes renovados y tallos que arraigan en la tierra húmeda con olor a seno de madre.

    Es tiempo de frutos rotundos, la mayoría de ellos frutos duraderos apropiados para guardar de forma natural, en conserva y confitura, frutos de sabor áspero como son los membrillos maduros que perfuman el hogar, los higos secos de dulzor sin igual, las granadas mollares de color carmesí, las orondas castañas que son deliciosas cuando se cocinan, las nueces de sabor intenso, las almendras y avellanas nuevas, las setas de múltiples variedades, muchas de ellas comestibles y sabrosas, las aceitunas que enverando día a día van cambiando el sobrio verdor de los olivares a esos tonos morados que son promesa de aceite pleno de aromas, las deliciosas y dulces uvas, y por supuesto los múltiples tipos de bayas que podemos encontrar en los sotos y bosques de nuestro entorno. Una sinfonía de sabores y nutrientes que nos ofrece ese fértil periodo del año que llamamos otoño, que a veces decimos ser un tiempo algo triste porque también es apropiado para el recuerdo, pero el recuerdo ha de ser esperanzador porque es parte de nuestra vida y fuente donde aprender a vivir mejor evitando esos errores que quizás alguna vez cometimos, ya que el recuerdo es la herramienta para abrir un mejor camino por recorrer. También es tiempo de disfrutar de la compañía de aquellos que nos sobrevivirán y prepararse para la soledad del ocaso que llegará tarde o temprano, ese ocaso que ahora se presenta multicolor en los largos atardeceres plenos de arreboles que acompañan al esquivo sol en su camino buscando el horizonte, testigo obligado de la incipiente noche. En el otoño de la vida aún quedan por vivir los mejores momentos, esos que sin duda alguna nos deparará cada día que amanezca y sigamos ahí dispuestos a aprovecharlos casi con avaricia porque el otoño además de colorido puede volverse gris y frío, y estando cerca del ocaso hay que abrir bien los sentidos para rebuscar entre las hojas caídas y las ramas desnudas, tratando de encontrar los frutos maduros que merece la pena degustar porque son fuente de vida. Seamos maduros como el otoño y demos a cada minuto el valor de un regalo inapreciable, porque la vida sigue su curso y no solo hay que verla desde la ventana como un espectador más o menos interesado, sino vivirla, y para ello nada mejor que acudir a la llamada del campo para disfrutarlo con todos los sentidos. Las hojas caen, pero los árboles continúan firmes sobre las raíces que les dieron a luz, y aunque a primera vista parezca que todo está caduco y próximo a morir, la realidad es que la vida se engendra en el otoño para que eclosione en primavera y es por ello que los mejores proyectos de nuestra vida quizás comienzan ahora. Sé que yo también soy otoño y escucho las voces que me recuerdan las otras estaciones que ya son parte de mi pasado, y presiento que ahora es el momento de reposar sereno.

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