Libreta de agravios

21 feb 2021 / 09:53 H.
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La pobre Jaén lleva una racha muy mala de contratiempos y reveses. La mayor parte de ellos como consecuencia de cuestionables decisiones de orden político que le han escamoteado incomprensiblemente inversiones e infraestructuras de las que gozan sus vecinas del Edificio España. Y todo tiene un límite y la pobre Jaén ha gritado ¡basta! Ha hecho inventario de agravios y no le caben más en la libreta.

Y ella tiene un importante historial reivindicativo, aunque mucha gente no lo sepa porque se trata de momentos conflictivos de su pasado que no le gusta airear. El caso es que durante la Revuelta de los Comuneros, por ejemplo, Jaén fue la zona de Andalucía que más activamente desafió el poder omnímodo del Emperador Carlos. Y en la rebelión cantonal que tuvo lugar durante la Primera República, Jaén fue uno de los territorios que proclamó su soberanía autónoma.

Pero con los años ese ímpetu secesionista y desafiante se había calmado. O eso creíamos todos. Lo cierto es que también pensábamos que había pasado, ya, el tiempo del caciquismo, cuando el privilegiado de turno, el terrateniente, el que detentaba el poder, dirigía el destino de sus humildes servidores en base a sus preferencias o a sus afinidades. Y, sin embargo, tales suposiciones están en entredicho. La imagen apática de Jaén parece desdibujarse. Se vislumbran signos de hartazgo evidentes que pueden significar que Jaén quiera participar, de un modo más activo en el relato de su destino. Ella es consciente de que lidera los principales parámetros negativos de orden social, y las estadísticas más adversas de índole económico. Y se agarraba, la pobre Jaén, a un clavo ardiendo para remontar su imparable declive optando a la instalación del Colce, una infraestructura del gobierno de España que supondría un antes y un después en cuanto a generación de empleo y convergencia económica con el resto del país. Y Jaén se había hecho ilusiones. Ella va de escéptica porque la vida le ha dado muchos golpes, pero le habían repetido, tantas veces, que la cosa estaba encauzada, que había terminado por creérselo.

Aunque finalmente la agraciada ha sido su vecina, Córdoba. En otras circunstancias Jaén se habría alegrado, porque existe una cercanía, una afinidad importante entre ambas. Sin embargo, la noticia ha sido percibida como un auténtico mazazo. Es como si Jaén, a sus años, se hubiera presentado a unas oposiciones estatales, y después de empollar y de hacer un examen que todo el mundo le decía que había sido inmejorable y que la cosa estaba hecha (tanto es así que prácticamente contaba las horas para tomar posesión de su flamante instalación) de pronto se entera por la prensa que ha suspendido. Y ahora Jaén se siente frustrada y arrastra un sentimiento de indignación tan grande que cuando se cruza con Córdoba en el pasillo (que no le había contado que también optaba a la concesión), ni la saluda siquiera. Y es que la forma en que se ha realizado la designación arroja muchas dudas, y sobre todo las declaraciones posteriores de los implicados, denotan, como mínimo, una enorme falta de sensibilidad.

Y todo tiene un límite. Y Jaén, al menos durante estos días, se está levantando brava (como le pedía el poeta Miguel Hernández años atrás) contestando a los que demuestran que no van a mover ni un “dedo” por ella.

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