Las respuestas

21 sep 2021 / 17:39 H.
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Se le atribuye a Voltaire la frase: “Juzga a un hombre por sus preguntas en vez de hacerlo por sus respuestas”. Sin entrar en la confirmación, dado que lo he leído en un texto que no firma este autor. La frase, cuanto menos, parece de interés en momentos como los actuales, donde solo se expresan afirmaciones como máximas imperativas bíblicas. Buscamos respuestas para todo lo que nos acontece y mostramos interés. Es la búsqueda de la seguridad y estabilidad emocional. El desconocimiento nos crea inseguridad e incertidumbre por lo que buscamos respuesta en las que creer. El cerebro construye relatos con coherencia semántica a las que le atribuimos certeza, es su función está diseñado para creer. Cuando pretendemos acercarnos al conocimiento lo realmente importante es hacerse las preguntas adecuadas, de lo contrario nos desviamos de aproximarnos a la comprensión de la realidad y entramos en el campo del terraplanismo donde se cree por fe, no por evidencias que puedan ser contrastadas. En el contexto social que vivimos, si no eres un profesional que investiga, el patrón de conducta, en general, es construir la pregunta a partir de la respuesta y afirmación que realiza la persona que lidera el grupo con el que te identificas.

De este modo, su afirmación e imagen de la realidad es coherente con lo que piensas, es creíble. En un mundo en el que te animan a seguir un pensamiento guiado —estado de opinión— para que el posicionamiento ante los hechos pueda ser instantáneo, en un tiempo en el que se intenta que no se recuerde que pasó o se dijo hace dos semanas, nos dejamos llevar por el primer impulso, siempre emocional y que debería dejar paso al racional. No nos preguntamos mas allá. No nos planteamos dudas porque pesa en nuestra cultura el principio de fidelidad como referente de conducta. Fidelidad como creencia sin cuestionamientos, sin reflexionar, como soldados rasos. Fe es el mensaje, nada que cuestionar. Si no eres fiel se cuestiona tu pertenencia al grupo y tu identidad. El momento actual requiere recuperar un pensamiento racional y crítico. Supone pertenecer al grupo, seguir el liderazgo con una perspectiva crítica, con el derecho a no estar de acuerdo y a disentir, a buscar información distinta a la que se me aporta. Construir preguntas para acercarme a los hechos. No es mas que dar sentido a la lealtad. ¿Cómo se afirma de imprevisto y desconocido un incendio de sexta generación, cuando ya habían existido precedentes en Portugal y Australia? ¿Nadie había pensado en la posibilidad de prever que se pudiese dar como la erupción de la Palma? ¿Nadie ha previsto y tenido en cuenta lo que afirman científicos de nuestras universidades? ¿Es legítimo representar unos intereses, aunque estos no sean éticos, dada la usura que supone las ganancias desmedidas? ¿Es legítimo apropiarse del éxito del trabajo realizado excluyendo a las autonomías en la vacunación, para visualizarse y vender gestión? ¿Cómo nadie se plantea que es un esfuerzo de todos, políticos, sanitarios y personas vacunadas? ¿Si la justicia emana del pueblo por qué se nos niega este derecho de control, pretendiendo
ser capitalizado como propio por un colectivo profesional de funcionarios públicos? No caigamos en lo que afirma el
filósofo, Nietzsche: “Oímos solo aquellas preguntas para las que estamos en condiciones de encontrar respuestas”. Hagámonos preguntas.

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