Las dos náufragas

Veo la bancada azul del Congreso de los Diputados completamente vacía. A la derecha, y como dos náufragas abandonadas a su suerte por sus compañeros, están las ministras Belarra y Montero. Una imagen sencillamente patética. De vez en cuando se tapan la cara para que nadie sepa de qué hablan. Seguro que se estarán dando ánimos mutuamente para aguantar estoicamente lo que les echen. Hay que tener cuidado y “no moverse” porque según decía Alfonso Guerra el que se movía no salía en la foto. Y no salir en la foto supone perder unos ciento veinte mil euros que se llevan estas “eminencias”: la Montero, viendo cómo se benefician los delincuentes sexuales por una ley que se resiste a reformar y la Belarra opinando de economía al estilo de José María el Tempranillo: “Hay que quitárselo a los ricos para dárselo a los pobres”. Y hete aquí que, en vez de crear empresas y puestos de trabajo, vamos inoculando poco a poco la idea del limosneo. Y cada vez más pobreza y cada vez más empresas cerradas. Por supuesto que hay que ayudar a quien verdaderamente lo necesite, pero sin perder de vista, trabajar. Hay veces que me gustaría no pensar. A propósito: si mis hijos son hijes, ¿puedo llamarla “menestra”?