Lagarto, lagarto

    07 mar 2020 / 10:12 H.
    Ver comentarios

    Cuando llegué a Jaén, en mis bulaneos callejeros para conocer la ciudad, me llamaron la atención dos esculturas muy populares: la del niño encima de la tortuga (rota y desaparecida en combate), en el estanque de los patos del parque y la de la fuente del lagarto, en la plazoleta previa a la de la Magdalena. Preguntando, me dijeron que eran de Damián Rodríguez Callejón, un practicante que conreaba su profesión con los estudios de Bellas Artes, por libre, en Sevilla. El azar y los amigos me llevaron a sus bustos: el primero que vi fue el del sastre Juan Molinos. A continuación el del bailaor Manolé, en su taberna de la calle San Vicente, los de los pintores J.M. Tamayo, Paco Cerezo, Manuel Moral... Más de 200 piezas. Así que cuando leí este martes una opinión sobre su lagarto de la Magdalena, me quedé a cuadros: “Un pedrusco que más parece una lagartija tomando el sol, que le diría al alcalde que este monumento debe pasar al baúl de los recuerdos”. Este es el Jaén plúmbeo, tan desmemoriado con sus artistas como miope con sus obras, que raja sin cálculo de los suyos y los sin mesura lo que venga, venga de donde venga. Lagarto, lagarto.

    Articulistas