La valentía

A todos nos ha sorprendido la valentía con la que el pueblo ucraniano se está defendiendo de los ataques rusos. Es una lucha desigual, la crónica de una derrota anunciada, aún así ellos siguen plantando cara al invasor. Desde nuestros cómodos sillones, mientras contemplamos horrorizados los bombardeos, mientras se conmueven nuestros corazones con las imágenes de niños buscando refugio en los sótanos o de familias corriendo por las estaciones para subirse al tren que los sacará de aquel infierno, nos mostramos indignados con los políticos, que parecen no hacer nada por ayudar a esta pobre gente. Sin embargo, ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a mandar nuestros hijos al frente para luchar por un país que no es el nuestro? Hablamos en abstracto, pero la guerra es algo muy concreto, es sangre, dolor y muerte. Con esta pregunta no pretendo acusar a nadie, es más, me la hago a mí misma cada día, ni siquiera sé si estaría dispuesta a dar la vida por mi país. En Europa llevamos mucho tiempo sintiéndonos a salvo, lejos de las contiendas que desangran otras partes del planeta, pero ahora nos ha tocado de cerca. Creemos en el poder de la democracia y no nos damos cuenta de lo frágil que es la paz.