La última guerra

    09 abr 2022 / 16:00 H.
    Ver comentarios

    Igual es real, me dije desesperado, al encontrarme encerrado en la caverna del mito. Preocupado por salir, alimenté mis rebeldes y blanquinegros adentros. Miré suponiendo que iba a encontrar algún angosto lugar que me pudiera ayudar a escapar. Quería yo tocar, sentir la felicidad. Caí en la trampa y me vi envuelto entonces en la felicidad de los demás. Intentando ser feliz solo por un momento. Solo allí. Una única sensación en toda una vida. Me dijo riendo sin ir más lejos: Si fueras poeta sabrías que la palabra enciende los corazones tanto como los apaga. Ya sabía yo que yo no era poeta pero me hizo feliz pensar que ella pensara que yo lo era. Se fue dejando en mi piel la más pura sensación kantiana. Igual es real, me volví a preguntar antes de descubrir que la felicidad no es ni tan siquiera un supuesto. Aprendí, antes de que se fuera, que la mejor manera de ser feliz es vivir. Y estuve solo. Y fui feliz. Y estuve roto. Y fui feliz. Y lloré. Y fui feliz. Y me fui. Poco a poco me fui dando cuenta de que hasta la ausencia de quien me quiso me hacía feliz. Y me fui. Otra vez a buscar vacíos donde dejar caer mi supuesto estado de felicidad. Igual es real. Igual es un supuesto. Ni siquiera un inútil presupuesto. Pero me hace feliz ver felices a los demás cuando ríen creyendo que van ganando la guerra. La última guerra.

    Articulistas