La nave no va

    28 nov 2021 / 17:05 H.
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    Para aquellas personas que no saben nadar se inventó el flotador, ese rosco lleno de aire que evita tu hundimiento allá donde no haces pie. La de vidas que ha salvado ese artilugio nunca se sabrá porque aún y en sus distintas modalidades sigue funcionando. A un océano desconocido nos llevó el covid. Sin equipos de protección, sin mascarillas ni remedios que paliaran la furia de su oleaje, el mundo entero era un barco a la deriva que soltaba lastre por el peso de sus ahogados. Millones de muertos después y a casi un año de que en el Reino Unido se inyectara la primera vacuna para el mundo moderno, nos enfrentamos a la más inesperada, insolidaria y estúpida ola que se pueda añadir a los daños colaterales del virus, el rechazo a vacunarse. Estos insumisos de aguas mansas en su cerebro que alardean de ser más libres que nadie nos llevan directos a nuevas restricciones y confinamientos que perjudican seriamente a la economía. Estos yonquis armados de terror que juegan a la ruleta rusa con la salud de los demás ocupan hoy más camas de hospital y UCI que flotadores merece su conciencia, y deberían pagar de su bolsillo los gastos que genera su chulesca decisión.

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