La primera verdad

    03 may 2020 / 10:08 H.
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    A veces no es fácil elegir una noticia entre tanto monotema. Hoy, al salir en mi rutina diaria de comprar la prensa y el pan, he percibido con fuerza el olor de azahar de los naranjos de mi plaza. Su potente y seductor olor me han devuelto a la realidad. Mi mente por unos minutos, ha viajado a las bellezas que la vida me ha hecho disfrutar y contemplar, he visto de otra manera las rosas, el romero e incluso a los escasos gorriones que, sin tanto tráfico, recuperan su dominio en las aceras. Me ha venido a la mente mi Antonio Machado en ese poema al olmo viejo de Soria que, a pesar de ser adusto y envejecido, ha obrado el milagro de la primavera; he pensado en el corazón de tantas personas que sufren encerrados, sin trabajo, en los hospitales y residencias y he comprendido esa lección milenaria del ser humano: la primera verdad es la vida pero ella sería algo muy solitario sin el amor que solo se puede demostrar en la adversidad. Hoy agradezco a los naranjos de mi plaza Colón que me hayan recordado esa profunda lección de tres palabras que han alegrado mi corazón: vida, verdad y amor, algo que es profundamente gratuito y que son esos dones que Dios solo se le ocurrió regalar a cada ser humano.

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