La invencible tercera edad

    29 abr 2020 / 16:28 H.
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    En cada hogar hay numerosas historias que contar, relacionadas con la experiencia que estamos viviendo, desde el pasado día 14 de marzo, cuando se nos obligó a quedarnos en casa. Tantas, que casi podríamos hacer un diario con la variedad de experiencias vividas. En mi caso, la mejor de las anécdotas corre a cargo de una de las personas mayores que tenemos en la familia. En realidad, tenemos a cuatro personas que pertenecen al grupo de la tercera edad, superando, casi todos ellos los 80 años, y, si bien, gracias a Dios, todos están bien, hay uno, en especial, que nos ha traído de cabeza, desde el principio del confinamiento. Se trata de una persona que tiene una salud de hierro. Derrocha energía por los cuatro costados. Tremendamente afable y servicial. Jamás se le ha oído una queja, de nada ni de nadie. Todo le parece bien. Nunca hemos encontrado un tema sobre el que discutir. Nunca, hasta el día 14 de marzo. Entonces le prohibieron salir de casa y con ese mandato le quitaron su costumbre diaria de salir a andar y hacer sus cuatro compras en la plaza. Eso provocó que durante las dos primeras semanas de la cuarentena se negara a procesar lo que, realmente, suponía la nueva situación establecida. No entendía, o no quería entender, que no salir de casa significaba, quedarse en casa las 24 horas del día. Que la comida y las medicinas se las traerían a su domicilio. Y que las zapatillas de deporte las debía de dejar guardadas para mejores tiempos. Se lo explicamos una y otra y otra vez. Pero no había manera. Intentaba burlar nuestras quejas saliendo a la calle casi que antes de que amaneciera, esperando que de esa forma no nos percatáramos. Hasta llegamos a sopesar la idea de ponerlo en conocimiento de la autoridad para que le dieran un toque de atención, cosa que llegamos a descartar. Le rogamos, le explicamos, hasta lloramos suplicándole que no saliera a la calle. Finalmente, tras dos semanas discutiendo, lo conseguimos. Se ha quedado en casa a buen recaudo. Ahora el Gobierno se está planteando dejar salir a la tercera edad. Me sé de alguien que ya se está frotando las manos y tiene su chándal y deportivos preparados.

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