La Buena Muerte y la otra

    31 mar 2021 / 10:21 H.
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    Miércoles Santo es buen día para hablar de la muerte; hoy pasearía por las calles de Jaén el Cristo de la Buena Muerte, impresionante de Jacinto Higueras, de la cofradía catedralicia de su nombre y su Madre de las Angustias, preciosa obra de José de Mora; en mi pueblo lo haría Jesús Preso, obra maestra de la gubia de Palma Burgos. Todas nos enseñan que desde lo trascendente el fin de la vida no nos pertenece, salvo para entregarla por un fin superior; así lo revelan la serena aceptación del Preso, consumarla en la Cruz, con la calma doliente y redentora del Cristo jaenero acogido en los brazos de su Madre. El jueves nos trajo el BOE la LO 3/2021 de la eutanasia, una ley inicua para una mala muerte, reglada, provocada, que trunca el curso vital, lo que excede de la humana voluntad, incluida la propia. La vida, desde la concepción a su fin natural, es un bien indisponible y un derecho inalienable de todo ser; interrumpirla o manipularla del orto al ocaso no puede ser derecho de nadie, por contrario a leyes de la naturaleza, para los creyentes está en manos de Dios, que nos espera. Tremenda paradoja, una muerte nos salva; otra —por terrible ley— hace vislumbrar la nada. El no ser.

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