Justo Armenteros

    12 jul 2021 / 14:25 H.
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    Jaén no se ha distinguido en el mundo de los toros como paladín de la Fiesta Nacional. Sin embargo, ha habido toreros que pudieron alcanzar la fama de la cima, pero que no llegaron a la meta deseada. Justo Armenteros pudo ser el ejemplo. Fue valiente, elegante y con sobrado oficio para ser alguien en este país, precisamente llamado piel de toro. Otro tanto puedo decir de su hermano Antonio, que no le faltó el valor que hay que tener ante los befos de ese animal, que te da muerte o gloria. Nuestro Justo Armenteros, y toreando con Montero y Pedrés, cortó los máximos trofeo, y tanto así es, que fue paseado en bomborombillos desde aquella achacosa plaza hasta su casa de la calle Carretas. Mi reconocimiento a los toreros de Jaén son numerosos, empezando por Ramón Montes, al que Emilio Cebrián le compuso un magnífico pasodoble, y que de vez en cuando suena en todas las plazas de España. Juan Tirado, en su alternativa, fue la admiración de Paco Camino y Jaime Ostos, pues su toreo estaba hilvanado con los más finos hilos del buen torero del arte de Curro Cúchares. Florentino Luque, Juan Carlos García, “Morenito de Jaén” dejaron en la arena, la valentía y el buen hacer, que aún recordamos aquel tiempo vestido de alamares y lentejuelas que ya no volverá al coso de la Alameda y el sonido del bronce del esquilón de las Bernardas, entonces, cuando el sol y las moscas, los clarines y los timbales, eran los sones de nuestras preferencias.

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