Jurar por Snoopy

El sino de los tiempos nos está llevando claramente a la informalidad en todos los ámbitos, no creo tanto porque lo demande la sociedad como por el puro desconocimiento de ésta sobre las normas, formas y protocolos absolutamente necesarios en el orden natural de la vida. Así como el pescador ha de conocer los métodos y artes ancestrales que le impedirán perecer, los actos y sus formalidades en sus diferentes ámbitos tienen sus porqués, dado que no es lo mismo jurar que prometer, o hacerlo a su vez por la Constitución o por ese sensible y guasón perrito que acompañaba a Carlitos en su infante caminar. Los lectores ochenteros sabrán bien a quién me refiero y lo que tal aseveración denotaba. Pues eso, casi que ahora hacer las cosas solemnemente está feo y lo suyo es innovar a lo chorra, siendo nuestro Parlamento fiel reflejo y ariete de la demolición de la vieja Europa (bendita sea). Pero temo que no va a ser para mejorar sino para dar cancha al individualismo más feroz, al egoísmo social que permita el desorden de nada que es mejor, o es que no lo vemos.