Jueces como piedras

    26 oct 2020 / 12:20 H.
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    La teoría de división de poderes del Estado de Montesquieu establece formas independientes de administrar y establecer las relaciones sociales del poder del Estado con sus ciudadanos. En este modelo, el Ejecutivo y el Legislativo se ven supeditados a la vigilancia que se hace desde el Poder Judicial, el cual no es a su vez autónomo, sino que se estructura dentro del Estado de Derecho, con una sujeción plena a la Ley. Desde el siglo XV, la representación de la justicia es una mujer que lleva los ojos vendados, la balanza en una mano y en la otra, la espada, símbolo de que la justicia solo mira a las personas y que debe ser igual para todos y objetiva, “sin miedo, ni favoritismos, independientemente de la identidad, el dinero, el poder o la debilidad”. En nuestro caso está claro que lo estamos haciendo mal, ya que el espacio de los jueces está altamente politizado y se corre el riesgo de que su labor pueda vincularse o alinearse con determinados intereses particulares y no con aquellos de carácter general. Por eso, no somos pocos los que vemos con sorpresa como en el Parlamento se tiran a los jueces como si fueran piedras. Pero, como ocurre con todo lo que acontece en la Cámara baja, al final lo sufre la ciudadanía; por eso tengan cuidado, igual van por la calle y les cae un juez encima. Y eso duele.

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