Jaén se levantó

Los olivareros de Jaén se han manifestado; tantas buenas gentes —había muchos— que cultivan la tierra y obtienen el mejor producto de nuestros campos se han dado cuenta que la cadena de valor los ningunea; las cigarras comercializadoras parasitan a las laboriosas hormigas y no tienen otro camino que llamar la atención. Por un día dejaron sus olivos para ocupar las carreteras que cruzan las cisternas que se llevan sus sudores a bajo precio, y han encontrado la cara dura de la ley, la que no aplican a otros; las pelotas de goma y cargas que no usan en los estragos de feroces nacionalistas han sido para ellos, sin “minoría de exaltados” también lo estrecho del embudo (el increíble pautado horario impuesto); lamentan haber incomodado por un día a los viajeros, pero no entienden ese trato por la justicia de su causa. Hartos del ninguneo, necesitan, más que ayudas, que se valore su importancia de creadores de la riqueza que sacan de la tierra y debería tirar de la economía; son el inicio de la cadena, el sector primario, la economía real; pero se valora —y se paga— más la envoltura, los servicios y comercialización, que el buen producto que solo ellos consiguen. Es el mundo al revés.