Intereses creados

11 feb 2016 / 19:14 H.

Los intereses creados”, la obra del ilustre escritor Jacinto Benavente, no pierde vigencia. Entre la llamada clase política —que no sé por qué se llama clase cuando algunos de ellos tienen tan poca— están plenamente arraigados los intereses, tantos los de partido como los particulares. Ya han visto lo mucho que les ha importado el programa de su partido, Ciudadanos, a los tres concejales del Ayuntamiento de Jaén, que han preferido renunciar a la militancia antes que a su sueldo. Buen ejemplo de servicio a la sociedad.

Pero este es un asunto solo de andar por casa. Los importantes son esos insaciables intereses en las altas esferas de la política. No hay quien se resista a una ganga y por ella cambian la chaqueta, la tortilla, el color y lo que se tercie con tal de encontrar acomodo junto a la caja nacional. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no saben ya qué hacer para llegar a un acuerdo. Van cediendo en sus promesas electorales como el que se va quitando ropa jugando a las prendas. No les importa llegar desnudos al sillón.

Ya tendrán tiempo de vestirse hasta con marcas de lujo si lo desean. Ya vimos en la gala de los Goya que Sánchez no se puso la pajarita, pensando tal vez que Iglesias no la llevaría y, sin embargo, este sí se la puso esperando que el líder del PSOE la llevara. Lo llamativo es que el esmoquin le quedaba grande a Pablo Iglesias. Esperemos que sea lo único que le quede grande en la tarea que quiere acometer. Pero ni en algo tan fácil como ponerse o no una pajarita se pusieron de acuerdo. Sí lo ha habido en la nueva ubicación de Podemos en el Parlamento. Ya tienen unas butacas preferentes con una bendición de los socialistas que antes le negaron. Es importante estar en primera fila para salir en las fotos.

Ya decían los viejos aquello de que “si quieres ver quién es fulanillo, dale un empleíllo”. Ya ven cómo desarrolla su empleo la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, al presentar esa esperpéntica imagen de los Reyes Magos en la cabalgata madrileña y en permitir la actuación de esa función de guiñol que ha escandalizado el país. Quizás sea que estoy ya muy mayor, pero a mí me daban más confianza algunos políticos mayores. Vamos, que me fiaría más de Alfredo Pérez Rubalcaba que de Pedro Sánchez. A algunos no les daría la hora ni aunque me firmaran un recibo.