Ineptitud política

    28 sep 2020 / 14:07 H.
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    Pues nada, que entre unos y otros la casa sin barrer, el país sin barrer, vaya. Parece que mañana se avecinan en nuestra Andalucía nuevas restricciones y yo ya no sé si reír o llorar. ¡Cuánta prisa, madre mía, para abrir todo en junio! Que se nos escapa el turismo, decían. Que la economía tiene que continuar, gritaban. Que la vida de los españoles nos importa un carajo, susurraban para sus adentros. Y es que entre los distintos gobiernos se han coordinado de la misma forma que la religión y la ciencia. Cero patatero para todos los gobiernos.

    Pues sí, la economía debe seguir adelante, pero ¿la de quién? ¿La del pequeño hostelero que con su negocio medio se ahoga con las restricciones o la del gran empresario que las mismas restricciones básicamente le suponen despedir a unos cuantos? ¿Quién ganó con todo esto? Los de siempre. El pequeño comercio sigue su camino hacia la tumba y las grandes superficies (aquí no meto a todo) triunfan como los Chichos. De modo que a mí me hace dudar que las intenciones de cualquier gobierno sean cuidar de quienes los votaron y de quienes viven en sus territorios a pesar de no haberlos votado. Y esto como en todo.

    Las comunidades autónomas gritaban que tenían planes y proyectos para salir adelante y acabar con la pandemia, que el gobierno central no tenía ni idea. El gobierno central cedió y el estado de alarma llegó a su fin. Cada perrico que se lama su cipotico, debieron pensar. Y claro, así nos va. El bicho este se extiende sin ton ni son, campa a sus anchas y los hospitales empiezan a oler de nuevo el miedo de la saturación extrema y de la falta de medios. Porque eso es otra, que no aprendemos, que nos da igual ocho que ochenta, que si en un momento, y a duras penas, se salió adelante, pues ahora también... Todo sobre la marcha, nada planificado. Porque los de arriba, los que tienen los sillones cómodos de las comunidades autónomas, improvisan y culpan a los de más arriba. Y mientras tanto, los de los butacones del central tampoco dan la talla. Vergüenza de país que en lugar de ir todos los politicuchos a una se pasan los días echándose en cara que tú me dijiste y que yo te contesté. Nos engañan, nos venden humo, nos ponen fútbol y nos callamos, porque total, siempre hay otro partido político inepto al que echarle las culpas. Y luego los coles y los institutos, que esto ya es de nota. El gobierno autonómico dice: “Esto es mi responsabilidad, porque las competencias en educación son mías y de nadie más”. Y bueno, pues pasan los meses y el consejero solo dice que las directivas diseñen un plan. Y ahí tienes a los equipos directivos pringados y hasta el cuello durante todo el verano, porque resulta, no sé si el señor Imbroda es que desconoce este dato, que los equipos directivos no son expertos en pandemias. Han trabajado a destajo, sin descanso y haciendo lo que han podido con la escasez de recursos que tiene la escuela pública. Y claro a finales de agosto se olió el miedo de perder votos y dijo el gobierno autonómico: “El gobierno central nos ha abandonado en educación”, y el pueblo ignorante se echó las manos a la cabeza. Entonces el central entró en juego, pero para decir nada, cero, lo mismo que las comunidades... Y en fin, que así nos va. A nadie se le ha preguntar a los y las docentes. Los distintos gobiernos ningunean a sus ciudadanos, y juegan entre ellos a echarse el balón de un lado a otro en una espiral interminable. Y claro, para rizar el rizo, los centros de atención primaria en un limbo. Los protocolos que tienen los médicos de cabecera resulta que los hacen desaparecer de nuestras vidas y convertirse en un teléfono de clarividencia. Me quejé en Facebook de esto y me llovieron las críticas. Pero no estoy culpando a los y las profesionales, sino que arremeto contra los protocolos establecidos y la falta de contratación de personal sanitario. Pues ya veis, pueblo, esto es lo que tenemos, ineptos de distintos colores políticos que nos gobiernan, y que nos entretienen con estupideces y con sus discusiones, más propias de un Sálvame Deluxe que de un Parlamento o un Congreso.

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