Improvisación

Con el covid-19 se ha destapado la esencia de nuestra sociedad; no somos ciudadanos serenos y meditabundos, que lo pensamos mucho antes de hablar. En absoluto, lo hacemos al revés, extrovertidos, dicharacheros e improvisadores. Y he de reconocer que nos va muy bien, casi siempre. Pero en las ocasiones en las que hay que hacer un alto y ponerse a pensar, nos cuesta; improvisar nos sale del alma y en eso acabamos en cuanto nos descuidamos. Achacamos al Gobierno de improvisar, de no tener una hoja de ruta clara, de decirse y contradecirse continuamente. Pero casualmente, cuando leemos a los críticos del Gobierno, vemos mucha más improvisación. Le pedimos una cosa y la contraria sin despeinarnos; que nos recluya, pero es una barbaridad estar recluidos; que salgamos a la calle, pero es una temeridad; que los niños salgan un rato, pero es una barbaridad que salgan solo con un padre; que se cierren los establecimientos y empresas no necesarias y le achacamos el derrumbe de la economía. Improvisamos empujados por la ideología política, a pesar de las incoherencias que se cometen al hacerlo, pero no podemos evitar ser así. Inconformes con lo que hacen los demás e incapaces de aportar una sola idea sopesada y meditada. “Spain is different”.